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domingo, 20 de noviembre de 2011

SUPERAR LA CRISIS, capítulo 1329.

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Superar la crisis
(capítulo 1329)

Vertebrar el espacio es posible y conveniente en época de crisis en Galicia. Hay un vasto territorio de aldeas abandonadas y casas habitables con haciendas cultivables esperando a tomar el testigo de situaciones de desahucio y nulas expectativas de empleo en las aglomeraciones urbanas y villas satélite. De hecho algo se está moviendo si reparamos en que en lo que eran residencias de reposo se están sustituyendo los geranios y las siemprevivas por repollos, tomateras y zanahorias.
A Zapatero se le considera el responsable del hundimiento de la nave del Estado y ¡qué fácil resulta trasladar la autoría de todos los males que nos acechan a un agente exógeno! Pero ¿cuánto no habrá de culpa en el común de las gentes que, durante estas décadas postfranquistas han sido o hemos sido cautivadas por el hedonismo a ultranza y la preponderancia absoluta de los derechos eclipsando cualquier deber?. La publicidad ha trabajado este valor: “vd. tiene derecho a la línea ADSL en su casa”, “vd. tiene derecho a unas vacaciones en el “Spa Costa Parda”.
Mientras en España cultivábamos la idea de pertenecer a la vanguardia del mundo las economía emergentes, cimentadas sobre una clase de trabajadores obnubilada por el derecho nuevo a acceder a la propiedad privada –una radio, una nevera, un pedazo de tierra que cultivar-, crecía a ritmos de vértigo y exportaba productos a precios sin competencia. A Alemania o Austria poco le podía importar eso; al contrario, cuanto más trabajen los chinos más cobran los países punteros en la gestión de patentes. Pero desde la piel de Toro sólo hemos mercantilizado los productos agrícolas y los servicios turísticos. Nuestras patentes estrella siguen siendo el botijo y la alpargata, porque los científicos trabajan en EE.UU., U.K. y Centroeuropa.
En este contexto y una vez que las viviendas empezaron a valer menos que la prenda hipotecaria, mantener las prestaciones sociales como ha hecho el Gobierno del Partido Socialista tiene un enorme valor y denuncia una forma de entender la política como el arte de redistribuir la riqueza. Sólo le ha faltado, como a Italia, Francia o los mismos USA, la aplicación valiente de una medida arriesgada: fuerte imposición o gravamen sobre las fortunas. Y si nadie quiere ponerle el cascabel al gato es por el miedo de deslocalización de los ricos. Pero ahora tocaba sí o sí si los socialistas hubieran mantenido el poder –esto está escrito antes de que acabe el escrutinio-. Con el nuevo panorama, la derecha optará siempre por los recortes en prestaciones sociales a las clases media y baja antes que por los impuestos a los ricos. De este modo remontar la crisis será una cuestión de muy largo plazo, pues el poder adquisitivo de la mayoría de la sociedad estará aún más acogotado por la reducción de los salarios y por la necesidad de atender, después de pagar los impuestos, la asistencia a según que prestaciones sociales a cargo de su ya maltrecho bolsillo.
La cultura de este país que es España está muy lejos de contemplar el reparto del trabajo entre más personas a base de reducir jornadas y salarios, tal cual ha sucedido en Alemania, que con la crisis consiguió mediante la implementación de medidas en esa orientación reducir el paro del 8.5% al 6,5%. Además los programas de educación social y para la salud individual y colectiva de los nibelungos contemplan orientación por especialistas para comer mejor con menos gasto y mayor sostenibilidad, un buen manejo de las prescripciones medicamentosas e incentivos frente a gravámenes respecto del consumo de alcohol y tabaco.
Los políticos tienen que proponer ideas distintas a las del siglo XIX, que ya no valen en este entorno tan cambiante. Es un lujo pagar los sueldos de diputados y senadores que en toda una legislatura no han propuesto ni una sola idea para mejorar nuestras reglas de juego. Es muy pobre hablar de dinamitar la ley de la dependencia mientras se construyen aeropuertos sin uso, se premia a los autores con puestos de a ochenta mil euros al año por no hacer nada, se mantienen unidades administrativas municipales, con todo su aparato funcionarial, para poblaciones atomizadas, se persiste en la coexistencia de tropecientos campus universitarios infradotados y dispersos en lugar de concentrar medios en cada autonomía y disponer de una residencia universitaria que democratice el acceso a los estudios superiores. ¿Qué sentido tiene duplicar funciones administrativas? De cada cien euros las Diputaciones Provinciales destinan sesenta y ocho a costes administrativos. Estos entes tenían sentido como órganos de compensación intermunicipal antes de la existencia de los Gobiernos Autonómicos y la Federación de Municipios, además de entes comarcales que velan por el desarrollo en equilibrio espacial y por razones de interés productivo. Para que están las Juntas, los Gobiernos Autonómicos si no para redistribuir la riqueza proveniente de los impuestos y arbritrar todo tipo de dotaciones.
Lo mismo se puede decir del Senado. La Cámara Baja puede y debe ser autosuficiente para promover el debate y la legislación subsiguiente que ha de motorizar el progreso. Las rémoras del pasado sólo son eso, pretextos para colocar bien a iguales en un ejercicio de enriquecimiento endogámico que en este contexto sólo consigue empobrecer a la sociedad.

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