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sábado, 23 de marzo de 2013

Las fumigaciones tóxicas ya no son rentables para el Gobierno español



El impacto brutal del deterioro de la salud pública en la economía de un país acuciado por el desempleo y la caída de cotizantes empieza a alcanzar esas proporciones que pueden llevar al gobierno a repensar su aplicación en la aminoración de las prestaciones y en el silencio cómplice ante el proceso de aniquilación silenciosa de miles de ciudadanos mes a mes
Si la marca España precisa para los gobernantes de una fuerza de trabajo y una clase de emprendedores dispuestos a comerse el mundo para elevar las ratios macroeconómicas, será en ese punto donde la Administración tendrá que sentarse a la mesa de negociaciones con los yanquis para abandonar la postura de arrodillados y revertir un status quo en el que la manipulación de la masa social y la intervención en la voluntad de sus integrantes tomados de uno e uno respondían a un plan maquiavélico.
Al Estado pueden empezar a no salirle las cuentas: hay  excesiva y costosa morbilidad, un cansancio extremo adocena a buena parte de las clases “pasivas”, el gasto farmacéutico es una joya para las empresas pero una ruina para la caja común, el sector agropecuario amenaza -ya lo es- con convertirse en otro nicho de desempleo formidable, el rural se desertiza, el espacio se invertebra y las ciudades abrigan guetos de miseria. Con estos mimbres los próximos comicios electorales amenazan con ser la demostración palmaria del fracaso del modelo de país que la clase política nos ha querido imponer sin sopesar la deriva que adquiriría esta sociedad hacia la falta de implicación y el “dejarse extinguir” por indolencia y falta de voluntad para la lucha.
Se “les” ha estado yendo de las manos el envenenamiento colectivo y la manipulación. Ahora va a ser que el “bicho” se ha inoculado también a los notables, y al oscuro registrador de la propiedad le va a tocar, tarde o temprano y si no quiere quedarse solo en Europa también en esto, hablar con el primo de Zumosol para que deje de escanciar veneno con sus poderosas naves nodriza que surcan todo el país a 11.000 m de altura vaciando con prepotencia y alevosía sus bodegas siniestras.
Hechos:
San Pedro de Nos, Oleiros, A Coruña. Los vecinos se encuentran el día 22 de marzo sus coches cubiertos de una ostra blanquecina y pegajosa después de fumigaciones masivas el día 21 en toda España. La población empieza a usar máscaras. Se multiplican por doquier viriasis indefinidas, alergia, sensación gripal, diarrea, cansancio extremo...  consumo farmacéutico, colapso las urgencias, absentismo laboral y, de fondo, cada día, nos enteramos de que fulanito, con 40 y pico, tiene un cáncer galopante, y que citranita ha dejado de trabajar para atender a sus padres con Alzhéimer. A ver si convencemos al gobierno por la vía de la contabilidad extrema –que es la única ratio que entienden los tecnócratas que tienen la llave de la caja- y acaba por reconocer que fumigar sólo es rentable para unos pocos desaprensivos y que la prima de riesgo y las cifras macroeconómicas les van a salir rana con una población enferma en masa que ya no se siente con ganas de nada y menos aun de reír sus gracietas en el Congreso mientras el país se desangra.


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