El Plan de fumigaciones tóxicas
masivas, además de beneficiar el monopolio de una patente y de servir de apoyo
a estrategias de modificación del clima y producción de temblores de tierra a
voluntad cumple con otro objetivo no menos importante para las elites
oligárquicas de Occidente: “Asiatizar” a la Europa de la segunda y tercera
velocidades (los pigs y las economías emergentes del Este) sin encontrar
oposiciones serias ni movimientos revolucionarios consistentes en la población.
El problema de una clase media
que rueda hacia empobrecimiento radical sin remisión en estos países, con
Grecia como paradigma y España siguiendo el mismo patrón, no está ya siquiera
en la pérdida de poder adquisitivo de las pensiones sino en que de ellas
dependen dos y hasta tres generaciones en muchos casos y porque, si se tiene la
fortuna de conservar el trabajo, la deriva es la de cobrar sueldos muy
inferiores a las mismas pensiones. Seiscientos cuarenta euros al mes por
jornadas leoninas son la cantidad adecuada para alcanzar el nivel de pobreza
sin llegar a morir de hambre, cautivos del trabajo y demasiado ocupados de la
supervivencia como para que queden fuerzas para rebelarse. Pero por si ello no
fuera suficiente, las rociadas de elementos químicos deprimen hasta tal punto
el sistema inmunológico que esa misma población, que en modo alguno accede a
arsenales terapéuticos adecuados por los recortes pero también por una praxis
indolente de la atención primaria, rebota continuamente de síndrome alérgico en
síndrome alérgico, de viriasis en viriasis –siempre “indefinida”- con cuadros
de diarreas propias de países tercermundistas que arrasan la flora intestinal y
privan al organismo de minerales esenciales para mantener el tono de vitalidad
preciso para abordar algo más que el trabajo diario. Pululan así masas ingentes
de deprimidos, de individuos informes con las pilas descargadas y predispuestos
a asimilar que nada está en su mano para intentar cambiar este estado de cosas.
La mayor parte de los médicos
saben que esto está ocurriendo, que la morbilidad aumenta hasta el punto de que
la esperanza media de vida ha empezado a reducirse. Pero el miedo a las
represalias les hace cómplices silenciosos. La era de la colonización salvaje
de las mentes, de la estratificación en una gran capa social empobrecida y otra
privilegiada cada día más selectiva empezó hace dos décadas y está hoy
alcanzando su máxima expresión. Los mensajes de la CEOE y de los responsables
de las carteras de EMPLEO, HACIENDA y ECONOMÍA, además de la presidencia del
Gobierno y la Corona abundan en la idea de que es de patriotas aceptar grados
de sacrificio bestial para hacer que su juguete macroeconómico satisfaga a los
que manejan los hilos de este teatro del mundo en el que se acotan,
definitivamente, los derechos a alcanzar una vida digna y se vuelve a
condiciones de esclavitud para asegurar que los ricos sean cada día más ricos.
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