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martes, 10 de enero de 2017

Españoles, Franco ha muerto

La democracia está en pañales cuarenta años después de la muerte de Franco. Los partidos políticos no han asimilado todavía con plenitud las reglas por las que se rige el juego de representación legitimada por el pueblo. En países del centro y norte de Europa la gobernabilidad ha venido dada por el diálogo fluido entre el centro derecha y el centro izquierda para propiciar la senda de consolidación de políticas de progreso basadas en la continuidad de lo que es bueno para la gente y la reforma sin traumas de lo que es susceptible de mejora. Pero en España la frontera entre las ideologías dominantes se ha mantenido como una brecha diferenciadora sin puentes posibles por el ansia partidista y el afán de buscar la supervivencia en la negación de lo distinto. Parece la rememoración de la pesadilla guerracivilista en que nos metieron, tradicionalmente, intereses oligárquicos con su propaganda espuria para desarticular el empoderamiento del pueblo, impeliéndonos a vivir contracorriente en escenarios medievalistas anacrónicos. El papel del Rey y la llamada reciente a su intervención en asuntos temporales desde distintas instancias responde a ese patrón.

Resulta chusco el modo en que el Partido que gobierna quiere transmitir la idea de que un nuevo tiempo de diálogo ha llegado al marco de relaciones entre siglas cuando sus prácticas denotan un anclaje resistente a la verdadera esencia de la democracia. Son elocuentes los ingredientes que denuncian la vejez de los presupuestos de una formación que dice situarse en la vanguardia de la renovación:



-Los globos sonda anunciando medidas y decisiones de Gobierno que progresan o son retiradas en función de la reacción social ocupan el lugar que debería privilegiar el debate y el diálogo en las mesas de trabajo con otras formaciones.



-La transparencia es una gran mentira. Son los medios los que siguen destapando una corrupción conocida por los responsables del Partido, negada hasta tanto no se publicitan las pruebas e inasumidas políticamente, sino al contrario respondidas con ataques a la independencia de la Justicia.



-Las auditorías externas prometidas en sede parlamentaria nunca llegan a producirse y la supuesta rendición de cuentas del Partido en el Gobierno se produce por la actuación bien de censores de su propio cuño bien a través de un Tribunal de Cuentas compuesto en un ejercicio de nepotismo para responder a los intereses del que tiene acceso a la Caja.





-La partitocracia mantiene el fortalecimiento de la desigualdad ante la Ley de la clase dirigente frente a los ciudadanos a quienes representan. No existe asunción de responsabilidades sino aforamiento y sigue sin practicarse la DIMISIÓN aún en los casos más sangrantes de corrupción.



-La tan cacareada renovación interna se ha limitado a la elección para cargos que escaparatean al Partido de un reducido grupo de jóvenes no tan jóvenes que se han visto asimilados por las ideas de la jerarquía en aras de conservar su puesto.



-La mentira, la falsedad se producen no sólo en los comportamientos en el ejercicio del gobierno, en los distintos estamentos institucionales, sino también en la concepción global que se quiere transmitir acerca de la representatividad del Partido a nivel de Estado. Así, se miente incluso en los datos de afiliación (en las listas de 800.000 afiliados del PP no se reflejan las bajas por fallecimiento y mucho menos por desestimiento) y se prolonga sine die la laxitud respecto a la reforma de una Ley electoral que sigue primando a los partidos mayoritarios.



Este pretendido tufillo a nuevo marco democrático que quiere propalar el PP se pone en evidencia a través de la puesta en escena del presidente, los ministros y los portavoces, que denuncian su atrofiado concepto del diálogo que ha de presidirlo cuando establecen de antemano premisas innegociables:



-la Reforma Laboral, la Ley Mordaza, los modelos de desarrollo energético son susceptibles de mejora pero nunca de puesta en entredicho acerca de su continuidad



-Se apuesta por el diálogo con Cataluña, pero Madrid establece el guión



-Se blinda, supuestamente, la libertad de elección de centros educativos, cuando al mismo tiempo que se mantienen las ayudas a la enseñanza privada, elitista, por el contrario, se estrangula la posibilidad de acceder a la Universidad a la clase media.



-Se imputan grandes recursos a la derivación hacia la sanidad privada de una cantidad creciente de pacientes mientras se recorta en dotación presupuestaria a la Sanidad Pública. Este asunto tampoco es negociable en las mesas de diálogo. Como tampoco lo son el tratamiento como ciudadanos con menos derechos a los autónomos, el solapamiento de las condiciones en que se produce el desempeño de las subcontratas por el propio interés marginal de los trabajadores y los muchos intereses que hay en juego por parte de los licitadores, por no hablar del abuso de poder en las relaciones estamentarias dentro del ejército y la Guardia Civil, la falta de instrumentos de representación en su seno y un largo etcétera de asuntos en los que el señor Rajoy, debutante en esto del nuevo lenguaje del diálogo, establece las líneas de partida y de llegada. Mientras tanto, siguen existiendo puestos dorados para los que negaron la marea negra, los que contrataron aviones destartalados con pilotos sobre utilizados robando en las condiciones del seguro, los que practicaron malversación y cohecho, los que plagiaron, los que espiaron y dieron puestos de responsabilidad a delincuentes, los que insultaron a las víctimas del genocidio, los que ampararon y amparan a la chusma pederástica con sotana que arenga en el odio y en la fractura social, los que arremeten contra el ejercicio del derecho a la libertad de la mujer, los que impusieron peajes al progreso y la innovación tecnológica mientras se forraban privilegiando a las Corporaciones amigas, los que consideran material reservado y asunto de Estado el ultraje a ciudadanos indefensos, los que rechazaron comisiones de investigación, los mentirosos acomplejados, los megalómanos que nos metieron en una guerra con repercusiones inconmensurables mientras jugaban al golf en sus zonas de confort y se permitían dar lecciones de… democracia. “España es un gran país poblado por muchos españoles y mucho españoles”. Así es, pero ¡Qué gran país sería con una limpieza a fondo de las cloacas de la política para reconvertir esa profesión en la más noble, cual la que ejercen alcaldes y concejales de tantos y tantos pueblos de España dando una lección de cercanía a los vecinos y vivencia de sus necesidades y aspiraciones piel con el piel, con menos recursos de los que les corresponde!.

¡Españoles, Franco ha muerto!


             
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