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jueves, 18 de abril de 2013

Ruido innecesario para esconder lo trascendente



Dice la Iglesia que detrás del apoyo al aborto por parte de la ONU, la UNESCO y las organizaciones internacionales hay un proyecto para aniquilar a una sensible proporción de la población mundial ¿? ¡Como si la decisión, soberana, de abortar por parte de las mujeres no estuviera precedida de la reflexión responsable. 



En grandes regiones del planeta sometidas a guerras y explotación por oligarquías que cuentan con la complicidad silenciosa del Vaticano, la verdadera condena para la madre y las criaturas es que éstas vienen al mundo con una esperanza de vida de cinco años.

Existen, sí, planes para reducir la población hasta establecer una gran clase media de consumidores, activos, suficiente para mantener engrasada la maquinaria capitalista y nutrir el lujo obsceno e insaciable del puñado de familias que concentran el control sobre las patentes, la producción, la distribución y los márgenes de beneficio. Esos planes se apoyan en la Geoingeniería, responsable de recrear en una geografía y en un tiempo concretos situaciones de morbilidad que a medio plazo redistribuirán la población a través de campañas de muerte, con procedimientos químicos (chemtrails), físicos (seísmos inducidos) y de modificación del clima (Haarp).
Ayer silencié una radio que hablaba de cuestiones tan trascendentes en estos momentos como la posible postulación de Eduardo Madina como sucesor de Rubalcaba, o las consideraciones de De Cospedal sobre el grado de cumplimiento, para ella diferencial, con el pago de la hipoteca por parte de los militantes de su partido, aunque para ello tengan que pasar hambre.  Ayer silencié emisiones que, ahondando en esa brecha con que la clase dirigente quiere dividir una vez más a los españoles, se cruzaban batallas dialécticas sobre la identidad de los corruptos y no se dedicaba un minuto a la gestión y a la innovación que nos hagan salir del túnel antes de que se cronifique nuestro estado de sociedad en coma.
Silencié la radio y me fui con mi nieto, ya de tarde, a ver los patos. Allí, al borde de la laguna y tumbados boca arriba en la hierba fresca de primavera, contemplé el rastro de polímeros que, espolvoreados por aviones volando a gran altura, se esparcían con su carga venenosa para hacer inútiles todos los cuidados que con esfuerzo prodigamos a una infancia que, si no le ponemos remedio, tendrá un futuro más que incierto. Y ese sí se me antojó como un asunto que, como el paro y la pobreza, requería de una atención preferente más allá del ruido innecesario con que quiere confundirnos la cúpula del bipartidismo y sus medios esbirros.
Sabiendo que resultados de analíticas en diversas partes del mundo detectaron aluminio, bario, ácido domoico... y hasta virus y células rojas se comprende que en alguna región, como en el norte de Argentina o en el sur de Brasil, la gente, desesperada y sufriendo además secuelas por el vertido de neurotóxicos, pensara en armarse con un misil tierra aire y hacer volar a un gran aljibe de fumigación alevosa y a traición. Pero no caben otros medios que los pacíficos y otros cauces que los legales y democráticos para llegar a acabar con esta lacra y, si es posible, sentar en el banquillo a sus responsables por crímenes de lesa humanidad.


1 comentario:

  1. Todo es ruido y cortinas de humo, arboles que no dejan ver el bosque, paja en ojo ajeno que no deja ver viga en ojo propio, el mundo se derrumba a nuestros pies y dejamos escapar el futuro de nuestros descendientes. ¿Pero podemos hacer algo?¿Podemos evitarlo?

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