UNA PANDEMIA DE ESTUPIDEZ, HIPOCRESÍA Y EGOÍSMO
Ya se ha movilizado a cuatro mil marines a la zona cero del
Continente Africano, al foco epidémico del Ébola. Paralelamente, desde
EE.UU. la propaganda, intencionada, pronostica una pandemia. La carrera
de las farmaceúticas, con Monsanto a la cabeza, está lanzada y millones
de dosis irán a pudrirse a los sótanos de los Ministerios de Sanidad de
los países industrializados preocupados por su población intramuros
mientras en África seguirán muriendo como moscas de pobreza extrema.
Sin duda, un solo caso de Ébola dentro de un país del “primer mundo”
mueve decisiones estratégicas con cargo a un erario público que todos
los casos producidos en el continente negro. Si esos recursos, en lugar
de ser “tirados” en el NORTE fueran utilizados donde se precisan se
resolverían a la vez el problema del ébola y el hambre en África.
Porque, ¿qué mata a los africanos?. Cada veinte segundos muere un
niño por desnutrición; la mortandad en el parto y durante los primeros
años de vida, el impacto de la falta de inversión en la construcción de
pozos para surtirse de la bolsa subterránea de agua más importante del
planeta, la malaria, el sida… los africanos mueren de todo esto y, un
porcentaje mínimo, por el Ébola. Invertir en origen en saneaminetos,
infraestrructuras y atención médica reduciría el asunto del ébola a un
problema menor teniendo en cuenta que el virus mata mucho pero se
contagia poco.
Ocho mil casos de contagio en seis meses para un total de cinco
países, teniendo en cuenta la penuria de medios, es una cantidad que
habla bien a las claras de que este no es un asunto que precise de miles
de marines y de grandes campañas de dotación de vacunas para que
caduquen en angares del “mundo desarrollado” y, sin embargo, faltan
camas hospitalarias y médicos para atender a los afectados.
Produciría risa si no fuera un asunto tan serio ver como la
“inteligencia” de las grandes farmacéuticas compinchadas con el poder
político -se retroalimentan- fabrican con mecanismos sistémicos un foco
de pánico y de histeria colectiva en torno a la gripe A, las
encefalopatía espongiforme bovina o el Ébola y obtienen unos réditos
multimillonarios. Sus laboratorios trabajan constantemente en el control
de mutaciones y, paralelamente, se “producen” epidemias a escala
susceptibles de convertirse en pandemias para las que se encuentran
remedios tan chuscos como un medicamento estrella vendido en todo el
mundo y cuya base era el anís estrellado.
Mientras tanto el futuro de África pende de la voluntad de invertir
en mera atención primaria. La sola disposición de antipiréticos,
antidiarreicos, agua potable, jabón y una ración de mil calorías al día
salvaría entre veinte y cuarenta millones de seres al año. Pero es más
fotogénico, más efectista y peliculero el despliegue de 4.000 hombres de
Harrelson luchando contra el mal perverso para blindar a su país, y con
la aportación también heroica de los científicos que fabricaron el
Tamiflú cuando el vicepresidente de los USA tenía la mayoría del
accionariado de la Compañia fabricante y la propiedad de la patente,
para blindar, digo, a la gran familia civilizada contra el peligro de
una pandemia… de estupidez e hipocresía.
AFRICA SE MUERE DE SED
imagen de terra.es
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